por Pablo Rego | Una de mis queridas alumnas de mis
clases de Yoga Online me dijo una vez: “Tus clases son como un Reiki. Me dejo llevar,
me conecto, y siento cómo algo se acomoda, se ordena y se ilumina”. Aquella
frase, surgida con espontaneidad, dejó resonando en mí una certeza que ya venía
tomando forma: practicar Yoga a distancia puede ser una verdadera transmisión
de energía. Como ocurre en Reiki, la vibración se expande más allá del cuerpo
físico, y la conexión entre quien guía y quien practica se transforma en una
experiencia de sanación y transformación.
Hablar de Yoga Online y energía a distancia no
es solo mencionar una tendencia digital. Es abrir la puerta a un fenómeno real,
profundo y comprobable desde la experiencia: la energía se mueve. Se transmite.
Llega. Y transforma.
En la práctica de Reiki, especialmente en su modalidad
a distancia, se reconoce que la energía vital universal —Rei-Ki— puede ser
canalizada más allá del espacio y del tiempo. Mikao Usui, su creador, enseñó
que la intención pura, el símbolo correcto y una mente enfocada eran
suficientes para transmitir armonización energética a kilómetros de distancia.
Esta idea, que puede parecer esotérica o intangible para quienes no la han
vivido, es fácilmente reconocible por quienes han experimentado clases de Yoga
que realmente tocan el alma.
En cada sesión que comparto desde mi espacio virtual,
me preparo del mismo modo que lo haría para una ceremonia o una meditación
guiada. Me centro, leo un texto que despierte el corazón, respiro profundo y
doy comienzo a la práctica. Lo que sucede a partir de ese momento no es solo
una secuencia de posturas, sino una canalización energética, una transmisión
que incluye palabras, silencios, miradas, intenciones y movimientos cargados de
presencia.
Desde esa perspectiva, una clase de Yoga Online
puede actuar como una sesión de sanación energética, como una experiencia
transformadora que trasciende los límites de la pantalla. Esto es lo que muchos
alumnos relatan al finalizar: una sensación de alivio, de claridad mental, de
alineación emocional. Algunos incluso mencionan que “algo se liberó” o que “una
energía suave y profunda recorrió todo el cuerpo”. Estas descripciones son el
eco vibracional de una clase que fue vivida más allá del plano físico.
Yoga enseña que todo es prana, energía vital en movimiento. No hay separación entre cuerpo, mente, emoción y espíritu. Y por eso, cuando una clase se transmite desde un estado de conexión profunda, esa vibración queda impresa en la práctica. El practicante que se abre y se entrega recrea, activa y decodifica ese campo energético, generando una experiencia que muchas veces puede describirse como una sanación. Así como Reiki no necesita contacto físico, Yoga Online no necesita un salón presencial para ser poderoso.
Autores contemporáneos como Gregg Braden y Joe
Dispenza han explorado este fenómeno desde una mirada científica y cuántica: la
energía vibra en campos que se activan por la coherencia emocional y mental.
Cuando hay alineación entre lo que se siente, se piensa y se hace, se produce
un efecto real en el cuerpo, en las células, en el entorno. Este enfoque
coincide con lo que experimentamos en Yoga: si la práctica es auténtica, si
nace desde la entrega y se recibe con apertura, genera un efecto real, aunque
sea a distancia.
Las clases virtuales de Yoga que sanan no lo
hacen solo por las posturas. Lo hacen por la intención, por la vibración del
guía, por la conexión invisible que se establece. Es por eso que muchos alumnos
dicen sentirme cerca, “como si estuvieras en mi sala”, o “como si hubieras hablado
justo de lo que necesitaba escuchar hoy”. Estos testimonios confirman que, más
allá del medio digital, lo que ocurre es presencia. Y la presencia es energía
viva.
Uno de los aspectos clave para que esto suceda es la
coherencia. Si quien guía la clase está centrado, si respira con consciencia,
si transmite desde el corazón, esa vibración queda impresa. No hace falta que
el alumno lo entienda desde lo racional: lo siente. Su campo energético
responde. Su mente se aquieta. Su emoción se ordena. Su cuerpo responde a una
guía que va más allá de lo físico.
He comprobado en mi práctica diaria que Yoga Online
también puede ser un canal de luz, de armonización, de inspiración y de
transformación. Lo importante es cómo se prepara esa clase, con qué calidad
energética se transmite, y cómo el practicante se dispone a recibirla. No se
trata de “seguir un video”, sino de entrar en un espacio sagrado, aun estando
en casa, y de abrirse a la experiencia completa de lo que Yoga tiene para
ofrecer.
Lo fascinante de este fenómeno es que amplía la
comprensión de Yoga como una práctica sin fronteras. Así como no hay distancia
para Reiki, tampoco la hay para una clase que nace desde el amor, la intención
y la consciencia plena. El cuerpo es solo una parte del viaje. Lo que realmente
se mueve es la energía. Y esa energía transforma.
Cuando alguien me dice “tus clases son como un Reiki”,
ya no me parece extraño. Lo vivo cada día. Lo escucho de personas que jamás se
conocieron entre sí pero describen sensaciones similares. Comprendo que las
clases de Yoga Online son también espacios de transmisión energética, y que
cuando se guían con autenticidad, despiertan en quien practica una fuerza sutil
que alivia, ordena y armoniza.
Por eso, Yoga sigue vivo en este tiempo nuevo.
Adaptándose. Evolucionando. Sosteniendo desde lo invisible. Porque la energía
no necesita pasaporte, ni cita presencial. Solo necesita presencia, entrega y
amor. Como Reiki, como una oración, como un acto de fe.
Y cuando eso sucede, aunque estemos separados por un
océano o un continente, algo dentro de nosotros se enciende.
Profesor de Yoga
Masajista-Terapeuta holístico
Diplomado en Ayurveda
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