El video que presentamos aquí está basado en el artículo "La ancestralidad milenaria del Yoga" que fue publicado originalmente en la revista digital Mahat, avalada y revisada por la Embajada de la India en Argentina y Uruguay.
El artículo
por Pablo Rego | En la
actualidad todo cambia demasiado deprisa. Van pasando pequeñas eras que
proponen cambios de hábitos e invitan a desechar viejas costumbres. Pero
mirando en perspectiva, con miles de años de existencia, Yoga está presente en
las civilizaciones humanas desde siempre y se erige en un gran puente para
atravesar los tiempos de cambios.
Con el avance de las exploraciones
arqueológicas en diferentes partes del mundo el mapa del origen de las
civilizaciones en la Tierra va cambiando. También la idea de cómo el ser humano
ha podido acceder a los conocimientos o las tecnologías que ha utilizado desde
sus orígenes. Las ideas de la evolución son sólo teorías que van tejiendo los
científicos en base a conjeturas para tratar de organizar la mente colectiva
que siempre exige conceptos concretos para comprender y llegar a alguna conclusión.
Si nos remontamos a la existencia de
la cultura del Valle del Indo, descubierta hace sólo cien años, que existió
hacia el año 3300 A.C., y que dejó el registro de una organización social,
cultural o comercial deslumbrantes en ciudades como Harappa o Mohenjo-Dharo, desplegada
en un valle sobre el río Indo que ocupó un territorio de un millón de
kilómetros cuadrados en las actuales Afganistán y Pakistán, veremos cómo cada
vez que se realiza un hallazgo de estas características, se descubre que los seres
humanos contaban ya con un conocimiento completo acerca de los recursos para
desarrollar la agricultura, realizar transacciones comerciales, obtener y
administrar recursos naturales, leer y escribir y, por supuesto, ejercitar la
consciencia de la dimensión espiritual con una gran naturalidad.
El doctor, maestro de Yoga y escritor
belga André Van Lysebeth, relata en
su libro “Tantra, el culto de la
femenino”, luego de treinta años de observación en la región, una visión de
cómo estas civilizaciones tan antiguas tenían, no sólo el conocimiento para
administrar magistralmente los recursos naturales sino, también, el manejo
profundo de la energía vital y una relación con las fuentes de la consciencia
que utilizaban cotidianamente en rituales que incluían, por supuesto, el
entrenamiento físico consciente para que pudiera desarrollarse el poder del
individuo y su comunidad.
Van Lysebeth, experto en Tantra y Yoga, discípulo directo del gran Maestro indio Swami Sivananda, cuenta en su libro una sucesión de acontecimientos originados en el Valle del Indo hasta llegar a lo que hoy se conoce como India. En este pasaje que lleva varios cientos de años hay una profunda transformación sociocultural que mucho tiene que ver con el ejercicio del poder y que lleva a los portadores de aquella cultura ancestral a permanecer en las castas bajas de la sociedad india, transformándose así en “los intocables”, pero también en los yoguis que dedican su vida a la exploración del mundo interior para hallar la libertad completa, no sólo en la Tierra sino más allá de el plano físico.
Yoga y todas las artes espirituales que
luego existieron en Oriente, al igual que su ciencia hermana, la medicina Ayurveda que se surgió en aquellos
tiempos basada en la comprensión esencial de la naturaleza y que llega hoy
hasta nuestros días como el primer sistema completo de medicina organizada, son
conocimientos tan complejos que se hace difícil acordar ciento por ciento con
la idea de que de la nada un grupo humano lo haya evolucionado en un breve lapso
de tiempo, como suele querer creerse desde el relato científico imperante durante
los últimos dos o tres siglos.
¿El conocimiento
de Yoga viene de las estrellas?
Más allá de la civilización del Valle
del Indo y poniendo de manifiesto otros hallazgos a nivel global, como los
realizados en la actual América en donde antes se desarrollaron culturas como
los antiguos Mayas o Incas y otras civilizaciones que llegan hasta el norte del
continente sin olvidar, por supuesto, las antiguas estructuras sociales de
otras partes del mundo como las del antiguo Egipto que practicaba una medicina
similar a la de India y desarrollaban su
consciencia y salud física a través de un sistema mente-cuerpo-espíritu conocido
como “Yoga Kemético”, llamado así porque los antiguos egipcios llamaban a su
país Kemet, hasta llegar a Sumeria cuyos testimonios demuestran, otra vez, la
complejidad de un conocimiento surgido aparentemente de la nada, siguiendo una línea
del tiempo que pretende imprimírsele artificial y forzadamente al desarrollo de
las culturas.
En su libro “El final de los tiempos”, el escritor y periodista Zecharia Sitchin, interpreta la historia de una manera que en su día fue
muy cuestionada, pero que en la actualidad, conforme avanza el movimiento del
despertar de la consciencia, puede inspirar a la investigación y a la búsqueda
por fuera de una única lógica o forma de pensamiento de cómo se supone que se sucedieron
los acontecimientos en la Tierra y en la humanidad.
Zecharia Sitchin, nacido en Azerbaiyán, de nacionalidad estadounidense, israelí y soviética,
se formó en la Escuela de Ciencias Económicas y Políticas de la Universidad de
Londres obteniendo la licenciatura en Historia Económica. Su trabajo como escritor se intensifica luego de
erigirse en uno de los más destacados intérpretes de las tablillas de arcilla
sumerias que datan aproximadamente del año 3000 A.C. y que son testimonio que
dejaron los propios sumerios acerca de cómo se desarrolló su historia.
Sitchin no sigue los
mandatos de la comunidad científica imperante y hace un interesante recorrido
por diferentes vestigios desparramados en distintos territorios de la zona de
la antigua Mesopotamia asiática y Egipto, de la cultura sumeria, babilónica y
lejos de interrumpir el flujo del devenir de los hechos incorpora a su análisis
elementos mitológicos del Cercano Oriente y de la Biblia, para tomar esa
información encriptada y concluir en que mucho de ese conocimiento humano, así como
parte del ADN fue dado a los humanos por seres extraterrestres, o como los
llamaban los sumerio, los Anunnakis.
Esta visión
alternativa es combatida por los científicos, pero el mundo del Yoga, en los
Vedas, los “Yoga Sutras” de Patanjalí
y muchas escrituras religiosas, como las de las religiones Abrahámicas, se
habla de la canalización como fuente de información sagrada e indiscutible.
Más expresiones
de este tipo pueden leerse en el Libro
de Enoc, un manuscrito descubierto en África del que se pueden extraer más
indicios de la relación de los humanos con seres de las estrellas.
La exploración
e investigación de lecturas alternativas a las que nos presentan las
instituciones científicas, muchas veces realizadas por seres que hacen un
recorrido diferente en su propia vida, pueden parecer especulaciones sin
sentido, pero aquellos que practicamos Yoga y meditación sabemos que no todo es
aquello que dice la razón, sino mas bien, la mayor parte de lo que existe está
fuera de ese tipo de comprensión.
Hay muchas
señales que pueden manifestarse fuertemente cuando profundizamos el camino del
autoconocimiento, cuando liberamos nuestros bloqueos energéticos y permitimos
que la consciencia se exprese libremente en nuestro ser. Luego de años de Yoga
y Meditación comenzamos a comprender el concepto de “La Resonancia” que es lo
que valoramos, al fin y al cabo, cuando trascendemos la mente y dejamos que la
intuición nos guíe.
En este
contexto, hay pocas dudas de que Yoga es una tecnología grabada en el ADN
humano que se activa mediante un conocimiento que ha trascendido todos los
tiempos y que en la actualidad continúa siendo un puente para atravesar las
crisis y las eras, ayudándonos a crear confianza en un mundo que será siempre la
Escuela de la tercera dimensión universal.
Profesor de Yoga
Escritor
Diplomado en Ayurveda
Terapeuta holístico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario