por Pablo Rego | Alejarse de la práctica de Yoga permite a la mente recrear barreras que quizá creíamos haber superado. El momento de conocer y acercarse por primera vez a la práctica de esta disciplina suele estar precedido de un camino, unas circunstancias que no se repetirán. Perder el rastro de esa senda es otra experiencia y retornarla un impulso desconocido que debemos transitar.
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En el artículo ¿Qué me impide comenzar a practicar Yoga? explico una serie de circunstancias
que nos rodean cuando en alguna parte del Ser sabemos que nos va a hacer bien
comenzar a hacer Yoga, pero todavía no hemos podido dar el paso para conocer la
actividad e incorporarla a nuestros hábitos cotidianos como una herramienta de
prevención de enfermedades, liberación de la tensión, equilibrio y desarrollo
de nuestro mundo interior.
Pueden
ser muchas las barreras que franqueemos para llegar a tomar la decisión de
averiguar, preguntar y comenzar a asistir regularmente a clases de Yoga o
conectar con la actividad de cualquier otra manera y conseguir realizar nuestra
propia sadhana, pero, aunque consigamos dedicarnos a Yoga durante unas semanas
o un par de meses, es muy probable que no consigamos llegar a desarmar las
estructuras internas que nos impiden tomar consciencia de los mecanismos
mentales que nos llevan a lugares insanos o poco felices.
Esta experiencia de la primera etapa
es muy importante ya que si conseguimos comprender esos mecanismos nos quedará definitivamente clara la importancia de mantenernos dentro de ese estado que
nos ayudará una y otra vez a desarmar las tácticas y estrategias de nuestra
mente racional que siempre busca tener el control total de nuestro Ser.
Pero suele ocurrir que no siempre
estamos del todo convencidos de que desactivar a la mente y sus artimañas es
algo positivo. En muchas ocasiones no alcanza lo que nos pasa en la práctica de
Yoga para compensar la fuerza que ejercen sobre nosotros el entorno y los años
de condicionamientos de nuestro mundo
emocional.
De esta manera, aunque consigamos
relajarnos y dejar de padecer algunos dolores físicos, en la etapa inicial de
nuestra experiencia como practicantes de Yoga, no conseguimos ir más allá dado
que al mismo tiempo que aprendemos las primeras rutinas de la disciplina la
mente va creando nuevas excusas para volver al estado inicial de confusión, incorporando a
los conflictos preexistentes nuevos elementos que puede ir creando a partir de
la información que le vamos dando cuando practicamos.
Esa etapa inicial que nos permita
trascender a la mente no es tarea fácil y puede llevar mucho tiempo, meses e
incluso años. Trabajar en ello con convicción y compromiso es la manera de
conseguir desarmar esa estructura compleja que puede gobernarnos y que es capaz
de crear nuevos conflictos que incluyan Yoga sólo para evitar ser desactivada,
creando miles de excusas para alejarnos de la práctica y haciéndonos perder el
entusiasmo del comienzo.
¿Por qué nos alejamos?
Son muchas las razones por las
que llegamos a suspender la práctica habitual de Yoga, pero la primera razón es
que no hemos llegado a hacer un trabajo lo suficientemente profundo como para
comprender lo importante que es incorporar a nuestros hábitos la práctica de
una actividad que nos ayuda a liberarnos de lo que nos enferma.
Las vacaciones, una mudanza, el
nacimiento de un hijo, la enfermedad propia o de un pariente, el frío, el
calor, los horarios familiares y hasta aquello que debería empujarnos a
practicar más Yoga como el estrés o las preocupaciones laborales o económicas,
son elementos muy válidos para que la mente cree una excusa y luego una razón
sólida para alejarnos lo suficiente como para no encontrar luego el camino de
regreso al simple hecho de extender la colchoneta para hacer unas posturas o
echarnos en el suelo a mover un poco el cuerpo, a respirar y regresar a sentir
esa experiencia única del Yoga.
Una vez que sucumbimos a las
razones de la mente para hacer de todo menos Yoga es muy difícil que de la nada
surja el impulso para comenzar. Incluso luego de mucho tiempo de práctica, si
le damos tiempo a la mente para crear una estructura fuerte de pensamientos
razonable, nos costará muchísimo dar el paso de volver a Yoga.
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Cómo recuperar la conexión.
Siempre es importante mantener
viva la motivación que nos llevó por primera vez a experimentar la práctica: un
problema de salud, dolores, estrés, problemas para gestionar la emociones,
necesidad de cortar con todo como un cable a tierra, la necesidad de
conectarnos con otras áreas de nuestro ser, la saturación del mundo que
percibíamos y la necesidad de cambiar nuestro clima interior y un largo
etcétera que cada uno puede describir a la perfección.
Cuando dejamos de practicar todas
esas razones que nos llevaron hasta allí se van a transformar en utopías,
ideales lejanos o en parte de las excusas para no volver. Aunque cueste creerlo
así funciona nuestra mente racional. Pero esa contradicción es también la señal
que debemos tener clara para impulsarnos a atravesar esos muros mentales que nos separan de la experiencia y consciente de la vida.
Es importante recordar que la
mente no sufre, que funciona como un ordenador de información y que su mundo es
ilusorio e intangible. En
cambio, sufrimos las consecuencias de la actividad de la mente como dolores físicos o emocionales que pueden llegar a
transformarse en enfermedades y que se vuelven indelebles en alguna parte de
nuestro espíritu si no nos liberamos de ello a través de alguna actividad
específica como lo son el Yoga y la Meditación.
Si algo de vital importancia nos ha llevado a practicar Yoga es importante que recordemos el status “vital” de ese impulso, ya que esto definirá que es lo más importante. Algo que nos va a ayudar a tener una mejor calidad de vida (en el más amplio sentido del término, más allá del confort material, el bienestar económico o la posición social) no puede ser menos importante que las actividades que nos deprimen o nos quitan la energía vital.
La práctica de Yoga nos da la
posibilidad de liberarnos del dolor físico o emocional, nos ayuda a aumentar
nuestros niveles de comprensión del entorno y la tolerancia, creando un estado
interno fundamental para decidir mejor qué decisiones nos conviene tomar y
cuáles no.
Y esas consecuencias son las
mismas que crean la lucha contra años de información para la creación de
condicionamientos que no siempre podemos vencer. Esa pulseada puede ser
dificultosa y llevar tiempo, pero es fundamental para transformar nuestro ser
de cara a conseguir un equilibrio total y un estado salud sostenido.
©Pablo Rego
Profesor de Yoga
Terapeuta holístico
Diplomado en Medicina Ayurveda de India
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