Por qué es tan común el dolor en zona de hombros y omóplatos.



por Pablo Rego | La zona alta del cuerpo nos define en gran parte como Seres Humanos. Por estar erguidos sobre nuestras piernas la tensión que se crea en la zona superior en mucha, ya que es allí donde se compensan las tensiones para mantener erguido el cuerpo. Al mismo tiempo, gran parte del desarrollo que hacemos como humanos en el mundo material y emocional está relacionado con las habilidades que tenemos para mover nuestros brazos, con los órganos de la zona del tórax y toda la articulación superior, los hombros.

Esa tensión crece en la medida que necesitamos esforzarnos para compensar la rectitud de nuestro cuerpo, partiendo de malas posturas y de los traumas físicos creados a partir de ellas.

Por lo tanto, un cuerpo que se mueve poco, que está acostumbrado a posiciones antinaturales o forzadas producto de las actividades cotidianas, etc., va creando tensiones para seguir erguido y se va volviendo rígido (por la costumbre) en esas posturas poco convenientes que crean dolores, contracturas y problemas de movilidad.


Otro factor que influye fuertemente en las posturas es el emocional. La zona del tórax y toda su cubierta muscular se tensa cuando nos vemos desbordados por las emociones y más aún cuando sentimos la necesidad de protegernos del entorno, por las razones que sean. Esta rigidez muscular crea un acortamiento en los músculos del pecho y zona frontal de los hombros y una coraza a modo de caparazón en la zona de los omóplatos, en los músculos que se encuentran debajo de éstos, ambas cosas a la misma vez.

Estas cuestiones emocionales sumadas a las posturales crean un patrón de dolor con el que comenzamos a convivir sin darnos cuenta y, al cabo de meses y/o años, toda esa situación se ha convertido en algo normal, de la misma forma que los dolores.




En esa mala postura y con esa rigidez realizamos todas las actividades cotidianas, sometiendo así a nuestro cuerpo a una enorme tensión, utilizando las articulaciones de manera forzada, creando desgastes inadecuados en la zona cervical y en las articulaciones de los hombros, transfiriendo el dolor hacia los brazos y manos y luego hacia la zona media y baja de la espalda.

Si a este cuadro le sumamos las desviaciones laterales de la columna vertebral a la altura de los omóplatos (escoliosis), la profundización de la cifosis (o joroba) y lordosis (curvas en la zona lumbar y cervical), todo producto de los traumas creados a partir de la utilización descompensada del cuerpo (izquierda y derecha, frente y dorso), los dolores irán descendiendo y aumentando en diferentes partes del tronco y sus reflejos en los órganos por presión en el sistema nervioso que recorre toda la columna vertebral.


Si uno o todos estos síntomas aparecen en el cuerpo manifestándose con dolores y no hacemos algo para corregir o destrabar el origen de los pequeños grandes traumas físicos, profundizando también en las motivaciones emocionales y en los estados internos (estrés, angustias, ansiedad, miedo, irascibilidad, tristeza, etc.), el dolor en la superficie de nuestro cuerpo dará paso a enfermedades en los órganos internos, creando problemas cada vez más complejos y difíciles de resolver.

La movilidad física, el masaje terapéutico, la respiración profunda, crear ambientes agradables, las actividades relajantes y recreativas, son necesarias a diario para poder contrarrestar las causas que cotidianamente nos llevan a forzar el cuerpo físico y las actividades terapéuticas, en su sentido más amplio (físico, mental, emocional, espiritual, etc.), deberán formar parte permanente de nuestras actividades para revertir los cuadros avanzados que generan dolores a diario.

El dolor comienza como una señal puntual de algo que nos pasa en un momento determinado de nuestras vidas. La proyección del dolor, su expansión regional o el aumento de su intensidad son síntomas de que aquello que nos afectó una vez continúa haciéndolo y que lejos de resolverlo se ha convertido en trauma. La aparición de nuevos dolores (en zonas cada vez más lejanas), problemas físicos concretos en las articulaciones, tendones o músculos y síntomas como mareos, hormigueos, etc. aparecen luego de mucho tiempo de padecer la situación que originó el primer dolor, al que no hemos hecho caso.

Si bien el cuadro descripto es aplicable a diferentes áreas del cuerpo físico, en la zona de los hombros, por las razones antes mencionadas, es muy típico el desarrollo de este cuadro ya que allí convergen una gran cantidad de puntos con altas posibilidades crear el primer dolor, la primera contractura o tensión original, el que luego irá creciendo y creando dolores en el centro de la espalda, en los omóplatos, en los hombros, en el cuello, en maxilares, cefaleas, lumbalgias, etc.


Utilizar herramientas que están a nuestro alcance, como la práctica de Yoga u otras actividades de movilización consciente, darse un Masaje Terapéutico para eliminar los focos de los traumas y el dolor que éstos crean, aprender a respirar con toda la capacidad de nuestros pulmones, practicar meditación o relajación profunda como parte de nuestras actividades cotidianas, nos asegurará que más allá de la vida que hagamos, de las actividades que realicemos o de las obligaciones que tengamos, nuestro cuerpo podrá liberarse de la tensión a la que podemos someterlo, manteniéndose sano y evitando un deterioro prematuro o avanzado de aquellas partes del cuerpo castigadas que, lamentablemente, no podremos recuperar.

El dolor
es un llamado de atención, nuestra consciencia y la responsabilidad con nuestra propia salud, es lo que nos debe motivar a escuchar y actuar para pedir ayuda y aprender a liberar al cuerpo de ese dolor.

©Pablo Rego
Profesor de Yoga
Masajista Terapeuta Integral
Diplomado en Salud y Medicina Ayurveda






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