por Pablo Rego El Hatha Yoga es una
de las formas más difundidas de Yoga en todo el mundo. Su propuesta combina posturas (asanas), técnicas de respiración (pranayama) y concentración mental
para fortalecer el cuerpo, equilibrar la energía y aquietar la mente. En su
origen, en India, se enseña desde la infancia o la juventud como parte de la
formación integral de la persona, aunque no es una práctica exclusiva de esas
etapas. En la actualidad, tanto en Oriente como en Occidente, el Hatha Yoga es
una herramienta de bienestar integral para personas de todas las edades. Su
correcta práctica requiere encontrar el punto justo entre el esfuerzo físico y
el respeto por las propias limitaciones.
Al final de este artículo mira el video "Hatha Yoga Clásico: La Clave Para Practicar Sin Lesionarte y con Control Mental", una charla amena extraída de una clases de Yoga Online
Un enfoque
consciente del esfuerzo físico
En una clase de Hatha Yoga, es natural que algunas posturas de yoga resulten más exigentes que otras.
Muchas de ellas provienen del Yoga clásico, con posiciones profundas que
requieren flexibilidad, fuerza
y control. Para quienes comienzan o tienen menos experiencia, estas asanas
pueden generar cierto temor, especialmente por el riesgo de lastimarse. Este
cuidado es sano y necesario: escuchar al cuerpo y conocer sus límites es parte
esencial de la práctica.
No obstante,
también es importante no evitar completamente el desafío físico. El Yoga,
practicado con atención y progresión, ayuda a entrenar la musculatura que
sostiene la columna, fortalece los músculos abdominales que protegen los
órganos internos, y mejora la capacidad respiratoria. La activación muscular
que se produce durante la práctica favorece el metabolismo, refuerza los huesos
y fortalece tendones y ligamentos. Este círculo de actividad fortalece todo el
sistema músculo-esquelético y contribuye a una mejor postura, equilibrio y
vitalidad.
El desafío
está en encontrar el equilibrio: trabajar el cuerpo lo suficiente como para fortalecerlo con yoga, pero evitando los
sobreesfuerzos que puedan derivar en lesiones.
El Yoga como
entrenamiento integral
Una de las
virtudes del Hatha Yoga es que
no se limita a trabajar la fuerza o la flexibilidad de manera aislada. En cada
sesión, se combina la activación física con la regulación de la respiración y
la calma mental. Esto genera un entrenamiento
integral en el que el cuerpo se tonifica al mismo tiempo que la
mente se estabiliza.
Cuando se
realiza de manera constante, la práctica desarrolla fuerza en brazos, piernas,
espalda y zona abdominal. Estos grupos musculares, fortalecidos de forma
equilibrada, colaboran en la protección de las articulaciones y en el
mantenimiento de una estructura corporal estable. Además, la coordinación entre respiración y movimiento
oxigena el organismo, mejora la circulación y estimula la energía vital.
La diferencia
entre la práctica infantil y la adulta
En India, el
Yoga se enseña a los niños desde temprana edad como parte de la educación
básica, de manera similar a como en Occidente se incorporan actividades físicas
y deportes en las escuelas. Para ellos, las posturas
de yoga para principiantes y avanzadas forman parte de un
entrenamiento natural que acompaña el desarrollo del cuerpo y la mente. Desde
pequeños, aprenden a dominar la respiración, a controlar la mente y a manejar
sus emociones a través de las técnicas yoguicas.
En la vida
adulta, en cambio, el cuerpo ya no cuenta con la misma plasticidad ni con la
base física que proporciona una práctica iniciada en la infancia. Por eso,
intentar reproducir posturas extremas sin la preparación adecuada puede
resultar innecesario e incluso contraproducente. La destreza física, aunque es
un componente del Yoga, no es su fin último. El objetivo central siempre ha
sido —y sigue siendo— cultivar la conciencia, la salud y el equilibrio
interior.
Evitar la
trampa de la demostración
En la cultura
occidental, el Yoga a veces se ha asociado con demostraciones de flexibilidad
extrema o resistencia física. Este enfoque, en gran parte influenciado por la
fascinación que despertaban los practicantes indios en tiempos coloniales, ha
alimentado la idea de que hacer Yoga
implica realizar posturas complejas y espectaculares. Sin embargo, esta visión
distorsiona el propósito real de la disciplina.
En el pasado,
algunos yoguis o practicantes indios que habían entrenado desde niños
realizaban demostraciones públicas en plazas y ferias, mostrando habilidades
que asombraban a los visitantes. Esto incluía posturas avanzadas, control del
dolor o resistencia en pruebas como la famosa cama de clavos. Aunque
impresionantes, estas demostraciones estaban lejos de ser representaciones
completas de lo que es el Yoga como
camino de vida.
En la
actualidad, algo similar ocurre en redes sociales, donde abundan imágenes y
videos de posturas acrobáticas que, aunque visualmente atractivas, pueden
generar expectativas poco realistas y alejar a muchas personas de una práctica de yoga segura y realista.
La verdadera
meta: salud y bienestar
Más allá de
las posturas avanzadas o las demostraciones de flexibilidad, el Hatha Yoga busca crear un estado de salud
integral. Esto incluye:
·
Cuerpo fuerte
y estable: músculos tonificados, huesos y articulaciones saludables, buena
postura y coordinación motriz.
·
Respiración
profunda y consciente: mejor oxigenación, regulación del sistema nervioso y equilibrio
energético.
·
Mente en
calma: reducción del estrés, claridad mental y desarrollo de la
atención plena.
·
Equilibrio
emocional: mayor capacidad de autorregulación y estabilidad interior.
La práctica
regular, adaptada a la condición física de cada persona, es la vía más segura
para alcanzar estos beneficios. Es preferible mantener una rutina constante con
esfuerzos moderados que forzar el cuerpo en intentos aislados de lograr
posturas complejas.
El arte de
escuchar al cuerpo
El Yoga
invita a desarrollar una sensibilidad especial hacia las señales que envía el
cuerpo. Esto significa reconocer cuándo es momento de sostener una postura un
poco más para fortalecer y cuándo es mejor salir de ella para evitar tensión
excesiva. Esta actitud no implica evitar el esfuerzo, sino administrarlo
inteligentemente para que el cuerpo crezca en fortaleza y flexibilidad sin
sufrir daño.
Este tipo de escucha
interna también se extiende a la respiración: aprender a identificar si es
fluida o agitada, si acompaña el movimiento o se interrumpe. La respiración en yoga es uno de los indicadores más
claros de que la práctica se está realizando de forma adecuada.
Yoga para
todas las etapas de la vida
El Hatha Yoga para todas las edades puede adaptarse a
cualquier momento de la vida. En la juventud, puede servir para aumentar la
fuerza, mejorar la postura y prevenir lesiones derivadas de otros deportes o
actividades físicas. En la adultez, ayuda a mantener la vitalidad, prevenir el
desgaste articular y conservar la movilidad. En la madurez y la vejez, se
convierte en una herramienta valiosa para preservar la independencia, mejorar
la calidad de vida y mantener la mente activa.
Cada etapa
requiere ajustes en la intensidad, el tipo de posturas y el tiempo de práctica,
pero el principio rector es siempre el mismo: buscar la salud integral y el
equilibrio entre cuerpo, mente y espíritu.
Un camino
para seguir explorando
El Hatha Yoga es mucho más que una serie de posturas
físicas. Es un camino para fortalecer el
cuerpo con yoga, expandir la respiración y calmar la mente, sin
caer en la trampa de la demostración acrobática. Practicado con constancia,
atención y respeto por los límites personales, se convierte en un entrenamiento
integral para la vida.
La clave está
en mantener un equilibrio entre el esfuerzo y el cuidado, recordando que la
verdadera meta no es la destreza extrema, sino la salud, la conciencia y la
armonía interior. En esa combinación reside el verdadero poder transformador
del Yoga.
©Pablo Rego
Profesor de Yoga
Diplomado en Ayurveda
Terapeuta
Escritor
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