por Pablo Rego | En nuestro mundo contemporáneo se
volvió algo normal ponerse en situaciones que provoquen sensaciones o emociones
intensas. Como una manera de “sentirnos más vivos” vamos probando actividades
que provoquen esa sensación única, que es la inyección de adrenalina natural en
el cuerpo. Pero cuidado, el abuso de esa práctica puede causar daños
irreparables en nuestro organismo.
Frases como “la adrenalina te
hace feliz”, “conéctate con tu
adrenalina” o “me encanta la adrenalina” se van naturalizando y llegan a leerse
o escucharse como recursos publicitarios para atraer a las personas hacia la
actividad física intensa o hacia la práctica de actividades de riesgo.
Si bien es cierto que la adrenalina
puede sacarnos de una situación de letargo o sedentarismo, el estilo de vida
actual combina malamente el sedentarismo físico con el estrés y este último es
un gran productor de adrenalina en el cuerpo.
Así que, cuando se busca realizar
actividades intensas o que creen la sensación de poner en riesgo la vida, es
importante tener en cuenta cual es nuestro nivel de estrés de base, ya que ir
hacia la intensidad puede ser peligroso para la salud. En cambio, en lugar de
ir hacia la intensidad emocional, para equilibrar el estrés es recomendable
practicar actividades como Yoga o Meditación que aportan serenidad y equilibrio
a los sistemas nervioso, circulatorio, respiratorio y endócrino y, por ende,
regulan los niveles de adrenalina.
Qué es la adrenalina y por qué se produce.
Esta sustancia está presente en
nuestro cuerpo humano de manera natural. Es una hormona y neurotransmisor que produce
las glándulas suprarrenales (relacionadas con los riñones) ante una situación
de peligro. Emocionalmente, la presencia de la adrenalina en el cuerpo, nos
crea la sensación de libertad o de hacer posible la superación de una situación
de peligro inminente.
También conocida como epinefrina,
esta sustancia debería ser utilizada eventualmente y de manera natural, sólo en
situaciones de alarma, de miedo o de peligro ya que su inyección hace que el
organismo se hiper-active inmediatamente, acelerando
el ritmo cardíaco y respiratorio, dilatando
las pupilas, aumentando la presión sanguínea, deteniendo el movimiento
intestinal y echando mano de las reservas de glucógeno que el cuerpo
conserva como un tesoro sólo para ayudarnos a conservar nuestras vidas.
En un mundo menos estresado, con
menos influencia de la mente y de lo virtual y más relacionado con nuestros
instintos, ante el peligro, el cuerpo se prepara para luchar o escapar disponiendo
de una fuerza sobrehumana o más allá de lo habitual.
En la actualidad, la sensación de
peligro está más presente de lo que quizá llegamos a percibir. Si al exceso de actividad
de la mente le sumamos la sensación de inestabilidad creada por los trabajos
actuales, a eso le agregamos el ritmo agresivo de la vida en las grandes urbes
y el exceso de utilización de dispositivos audiovisuales, tendremos un ambiente
mental y emocional que alteran la calma necesaria del organismo, utilizando recursos como la adrenalina de manera innecesaria e
inconsciente.
Pero, al mismo tiempo, la falta
de interés en lo que hacemos, sumado a la rutina de ser funcionales a un
sistema que devora nuestras vidas y la falta de horizonte a la que estamos
sometidos para alcanzar las metas que nos imponen hacen que tengamos la
sensación de que nuestras vidas son aburridas o faltas de situaciones
emocionantes, por lo que, en nuestro tiempo libre o cuando estamos fuera del
trabajo o del estudio, buscamos actividades que nos activen, otra vez, esas
sensaciones vitales.
La utilización positiva de la adrenalina
Si bien es importante no abusar
de esta sustancia extraordinaria creada por el ser humano para su propia
supervivencia, es importante destacar su utilización en el ámbito de la
medicina que ha conseguido salvar vidas. La conciencia de su existencia se la
ha utilizado como fundamento para la recomendación de la experimentación de la
alegría o la práctica de actividad física en situaciones de sedentarismo.
Desde hace más de un siglo esta
hormona se sintetiza en laboratorios y se ha ido utilizando con mayor o menor
cotidianidad en afecciones como paros
cardiorrespiratorios, anafilaxias y sangrados superficiales. En un tiempo
se utilizaba para tratar broncoespasmos o la hipoglucemia y suele utilizarse
también para tratar problemas
respiratorios.
Estudiados las consecuencias que
experimenta el cuerpo ante la presencia de la adrenalina, puede inferirse que
ante la ausencia total de estos síntomas su presencia puede crear las
situaciones necesarias para equilibrar el organismo.
La adrenalina y los riñones
Las glándulas suprarrenales están pegadas a los riñones y todo lo que
afecta su funcionamiento, en mayor o menor medida, afecta el ambiente de los
riñones. Estas glándulas, sumadas a los riñones y el movimiento de la
respiración crean un ambiente energético que tiene muchísimo que ver con el
plexo solar, conocido en Yoga como Manipura
chakra o tercer chakra.
Esta fuerza vital, que también es
considerada por la medicina china como fundamental para la existencia, es la
que regula o se manifiesta, equilibrada o desequilibrada, ante la falta de
autoestima o una correcta manifestación del poder personal. Las glándulas
suprarrenales reaccionan ante el temor y lo que suele compensar eso es el
trabajo sobre la confianza.
Si todo el ambiente de los
riñones se ve permanentemente sometido a espasmos físicos, hormonales y
energéticos su funcionamiento normal se verá alterado y se intoxicarán creando
problemas funcionales y conduciéndonos a las enfermedades típicas del órgano y
su sistema.
Por supuesto que todo ello puede
ser controlado trabajando sobre el equilibrio de la mente que es la que crea el
estrés a partir de situaciones ficticias que alteran las emociones llevándonos
a tensiones evitables e innecesarias.
Por ello, practicar actividades
que movilicen y estiren el área de los riñones, liberará su tensión física y
energética ayudando a su equilibrio. Si a eso le sumamos la relajación profunda
y la meditación conseguiremos liberar el cuadro tensional que crea todo este
desequilibrio en la zona.
El exceso de adrenalina
Cuando la adrenalina se presenta
en el cuerpo esporádicamente y por razones puntuales (buscadas o no) podremos
advertir sus consecuencias: fatiga, somnolencia, algunos dolores en el los
músculos u órganos producto de los excesos que esta sustancia permite hacer al
cuerpo más allá de sus posibilidades normales. Pero volviendo todo a la
normalidad, con descanso y hábitos equilibradores, esas sensaciones al cabo de
poco tiempo desaparecerán.
En cambio, si vivimos en estados
de alerta permanente o nos sometemos asiduamente a situaciones extremas o
demasiado intensas crearemos desequilibrios que pueden volverse crónicos o
despertar enfermedades como la hipertensión,
problemas cardíacos o la diabetes
ya que se mantienen elevados los niveles de glucosa.
Si observamos cuáles son las
consecuencias de una inyección de adrenalina en el cuerpo, podremos llegar
fácilmente a la conclusión de cuáles son los efectos lógicos y los
desequilibrios que puede traer al organismo.
El estrés acumulado y la
presencia permanente de altos niveles de adrenalina pueden volver crónicos
ciertos males. Si no moderamos la intensidad de la respiración y el ritmo
cardiaco sufriremos de hipertensión,
cefaleas, migrañas, náuseas o mareos
permanentes. Además pueden aparecer el insomnio, visión temporalmente nublada e irritabilidad.
La sensación de bienestar
temporal creado por esta hormona es similar al que producen otras drogas y su
presenciase puede volver adictiva. Cuando se dan estos casos, cada vez más
habituales, de adicción a la adrenalina que produce el propio cuerpo puede
aparecer el síndrome de “Pontius” que
se manifiesta como una modificación de la percepción del peligro que conduce a
la pérdida del propio cuidado en situaciones que dejarán de parecernos riesgosas
para transitarlas como normales, pudiendo así poner en riesgo la vida.
Equilibrando
Puede que ciertos gimnasios o los
promotores de ciertas actividades muy relacionadas con
las bases inconscientes
de nuestra sociedad contemporánea promocionen la producción de adrenalina como
algo positivo y sin consecuencias, pero es importante tener en cuenta lo delicado
del tema y que lo que siempre nos va a ayudar a estar saludables no son las
situaciones extremas sino la búsqueda de los equilibrios naturales.
Si pasamos demasiado tiempo en
situación sedentaria y consumiendo entretenimiento o realizando actividades
placenteras, es importante salir a caminar, despejar nuestra vista y la mente
mirando el entorno, la naturaleza, pasear por un parque y realizar actividades
como la natación, la práctica de Yoga, la meditación, el Qui Gong, Tai Chi o
cualesquiera de las actividades disponibles para la activación del metabolismo
dentro de un contexto razonable.
Si por el contrario estamos todo
el día conectados a los medios digitales, a la televisión, trabajando bajo
presión o en ambientes estresantes y estamos al borde del colapso lo más
inteligente no es saltar al vacío o ir a un gimnasio para que nos arenguen con
gritos o nos aturdan con música a todo volumen realizando actividades que nos
alteren aún más.
Las actividades excitantes no son
malas ni desaconsejables, activan el organismo y crean un estado de intensidad
que dentro de cierto rango de moderación inspirando una sensación de disfrute y
placer agradable. Pero antes de someterse a esas actividades es muy importante
tener en cuenta de dónde venimos. Ya que lo igual exacerba lo igual, si venimos
del estrés estas actividades no nos van a liberar de él, más bien nos van llevar
a colapsar.
En casos de estrés permanente,
muy habituales por estos días, lo correcto es sosegarse y liberar la tensión
acumulada, no con más tensión sino creando un clima físico, mental, emocional y
energético que nos devuelva a nuestro centro para poder desarrollar las tareas
cotidianas con más calma y equilibrio.
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